Escucha:
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén. (Efesios 3:20-21)
Piensa:
Deje que estas palabras penetren lentamente en su comprensión: “poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (v. 20). Qué descripción tan asombrosa de la capacidad de Dios para trabajar en nuestro interior.
Sin embargo, a menudo nuestro enfoque está principalmente en lo que queremos que Él haga a nuestro alrededor; podemos llegar a pensar: Si El Señor cambiara esta situación o arreglara ese problema, entonces mi vida sería mejor. Pero Él nos invita a pensar y a preguntar en grande: ¡Él quiere cambiarnos!
El Espíritu Santo tiene más que suficiente poder para transformar vidas de adentro hacia afuera, pero trabajar el cambio interno es usualmente un proceso lento. El fruto espiritual toma tiempo para crecer y madurar. Por eso necesitamos paciencia y fe para creer que Él está trabajando incluso cuando no vemos los resultados de inmediato. Dios nunca tiene prisa y nunca se dará por vencido con nosotros.
El Señor tiene un propósito para tu vida, y está constantemente trabajando para lograrlo. Aunque tiene un plan individualizado para cada uno de sus hijos, también tiene un objetivo general: conformar a cada creyente a su imagen. Para lograrlo, puede que tenga que hacernos pasar por algunas luchas y sinsabores. Puede que no tenga sentido para nosotros, pero Él sabe exactamente lo que está haciendo.
¿Qué te gustaría ver que el Señor haga dentro de ti? Al leer las Escrituras, busca las cualidades que Dios considera preciosas, y pídele que las ponga en práctica en tu vida. Luego confía en Su maravillosa promesa de hacer aún más de lo que has pedido o imaginado.
Ora:
Señor, moldéame cada día, llena mi corazón y mi persona de las cualidades que Te sean agradables y manténme siempre disciplinado y dispuesto a seguir Tus caminos de bien. Amén