Escucha:
“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas” (Mateo 6:31-32)
Piensa:
Hace unos días llegando del trabajo vi en la entrada del edificio a mis pequeños vecinos; dos hermanos de la pareja que vive en el apto contiguo. Abordé a ambos con un saludo y un caramelo y observé con atención la reacción de ambos niños. El mayor tomó el caramelo y lo devoró en ese mismo instante, por el contrario el pequeño ante mi pregunta de porque no lo había destapado, me contestó que ya había comido un dulce y que preferiría guardarlo para luego.
El corto encuentro con los niños, me hizo reflexionar sobre la manera en que Dios se ocupa de nosotros: si los recursos son escasos, El Señor suplirá lo necesario para satisfacer nuestros requerimientos. Por su parte en época de abundancia nos guiará a ahorrar para los tiempos difíciles.
Ambos niños representaron una cara de esa moneda, si lo observamos desde ese punto de vista, el mayor recibió en tiempo de escasez su recurso y el menor, en abundancia, decidió guardar el presente para otro momento.
Las escrituras dan cuenta de estas verdades y nos revelan además, que Dios no sólo provee en tiempos de necesidad, sino que también instruye a aquellos que poseen en abundancia a compartir con los que requieran ser cobijados y ayudados. Deuteronomio 24:19 dicta: “Cuando siegues tu mies en tu campo será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda…para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos”.
La palabra del Señor es sabia y así nos instruye: trabajemos mientras podamos, ahorremos lo que esté en nuestras manos, en abundancia, compartamos con otros y confiemos siempre, que ante cualquier circunstancia, Dios estará allí para suplir nuestras necesidades.
Ora:
Señor, tuya es mi gratitud, por la promesa que me otorgas de suplirme en la necesidad, y darme sabiduría de acción en la abundacia. Fortaléceme para no temer ni dudar en los momentos de carencia, recordando que miras por nosotros y escuchas en cualquier circunstancia nuestras súplicas. Amén.