Escucha:
“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado. (1 Corintios 9:25-27)”
Piensa:
Tom Glavine, uno de los lanzadores más exitosos de las grandes ligas de beisbol en la década de los 90 refería siempre en sus entrevistas, al ser preguntado sobre los pilares de su carrera, que 3 eran para él los ingredientes de su éxito: Disciplina, Auto Control y Mantenerse en forma. Reflexionando sobre su respuesta, observé, que estos elementos que brindaron a Glavine el camino hacia al éxito deportivo, son también fundamentales para una relación de servicio y obediencia cabal al Señor.
Como seguidores de Cristo requerimos de disciplina y autocontrol para asumir el compromiso que significa caminar en fe junto a Dios. Un compromiso que implica la voluntad y dedicación para cada día, estudiar su palabra y a través de la misma, conocer más de Él. Es una posición activa, de asumir con convicción la tarea de aprovechar cada oportunidad para convertirnos en mejores discípulos. Es a su vez la suma del ensayo y el error, de caer y levantarnos, aprendiendo de cada error, una enseñanza que nos llevará a acercarnos cada vez más a Dios y alinearnos a su propósito.
Por otra parte necesitamos, mantener nuestro cuerpo físico en forma, no en términos de alguna competencia o con miras a un trofeo, sino aceptando la responsabilidad de que nuestro cuerpo físico, es el templo del Señor, dado a nosotros como su creación, como nos indica 1 Corintios 6:19: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”. Por ello debemos cuidar de Él como un tesoro preciado, darle el cuidado de salud que requiere, el descanso que necesita y mantenerlo alejado de las tentaciones que siempre lo rodean.
Así, Pregúntate: ¿Cuál de estos aspectos necesitas mejorar? ¿Mayor atención a tu cuerpo físico y al templo que para El Señor representa? O ¿Mayor dedicación al estudio de su palabra y al acercamiento en oración para conocerlo y gozar de su presencia?
Trabajemos ambos de manera regular y pidámosle al Señor ser nuestro guía, nuestro entrenador, cuando necesitemos ese pequeño empujón extra para alcanzar cada objetivo en Él. Con seguridad, Él nos fortalecerá para alcanzar, la forma, disciplina y autocontrol que nos permita honrarlo y rendirle la mayor gloria.
Ora:
Señor, llena mi espíritu de la disciplina necesaria para pasar de la palabra a la acción, y en ella, convertirme cada día en un mejor discípulo. Fortaléceme y hazme atento para aprovechar cada oportunidad de acercarme a Ti y al propósito que has determinado para mi vida. Amén.