Escucha:
“Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:38-40)
Piensa:
Para los discípulos, confiar en Jesús en medio de la tormenta fue la lección del dramático relato de Marcos 4:35-41. El Señor les indicó que cruzaran el mar de Galilea, y se fue a dormir. Cuando se desencadenó aquella repentina y violenta tormenta, los discípulos tuvieron mucho miedo. Entonces, despertaron a Jesús: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” (v. 38). El Señor se levantó y, con dos palabras, aplacó la tormenta.
Todos atravesamos tormentas (persecuciones, problemas financieros, enfermedades, soledad), y Jesús a veces las permite, pero prometió no abandonarnos nunca (Hebreos 13:5). Él nos mantendrá calmos en la tormenta.
Asi, con cualquier problema al que te enfrentes esta semana, confía en las herramientas que el Señor te ha dado para navegar a través de los acontecimientos negativos que pueden ocurrir en tu vida: El amor de tu familia, de tus amigos, la sabiduría de las escrituras y la guía misericordiosa y paternal del Señor.
Ora:
Señor, oro por aquellos que se encuentran hoy en medio de una gran tormenta. Está presente en ellos, confórtalos y guíalos por el camino correcto. Confío en tu cuidado para que también me acompañes en mis propias tormentas. Amen