Escucha:
“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (2 Timoteo 4:12)
Piensa:
Cuando era pequeño, en las reuniones con mis tíos, primos y demás familiares, recuerdo que acostumbraban sentar a los niños en otra mesa para que los adultos pudieran entablar sus conversaciones.
Reflexionando sobre ello, pienso como a veces en nuestro caminar de fe en el Señor, puede ocurrir que seamos también alejados, esta vez, no por ser menos maduros, sino por no estar en una posición de liderazgo o a la cabeza en el contexto donde expresamos nuestra fe. En las escrituras de hoy, observamos como Timoteo, un joven discípulo, es exhortado por Pablo a no sentirse abrumado por su joven edad, sino a tomar parte y demandar respeto entre los creyentes de la palabra. Seguramente Timoteo fue sorprendido por la gran responsabilidad encomendada por Pablo, de prácticamente convertirse en líder de la congregación.
Tengamos el valor de expresar con respeto nuestras ideas y sintámonos aptos para contribuir a la causa de Cristo. Recuerda que el Señor te ha dotado con dones valiosos que puedes utilizar para rendirle gloria y agradecerle las grandes bendiciones que ha posado sobre tu vida.
Serás hoy y siempre, sin distinción, invitado a la mesa del Señor. Procura sentarte, el allí te espera.
Ora:
Señor, gracias por invitarme a tu mesa y creer en mí para ofrecer los dones que me has dado en tu servicio. Guíame a cultivar el valor para sentirme digno de tu llamado y seguirte con gratitud y fidelidad. Amén.