Escucha:
Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. (1 Pedro 4:10-11)
Piensa:
Asistí a una dinámica de grupos en la que pidieron al grupo dibujar cuatro cajas en una hoja de papel. En la primera escribimos la palabra “pasión”, y fuimos invitados a agregarle aquellas cosas que nos motivaran o nos dieran satisfacción hacer. En la segunda caja debíamos escribir las palabras “Bueno en” y listar aquellas cosas en las que sentíamos teníamos buenas habilidades. En la tercera caja nos solicitaron agregar “Siempre Hago” y anotar las actividades que teníamos por rutina. Por último en la cuarta caja al lado de las palabras “Creo en” debíamos escribir las cosas que valorábamos y que nos guiaban en nuestro obrar diario.
Al final de la dinámica el facilitador nos comentó que todo lo que habíamos escrito, eran los dones que Dios nos había regalado a cada uno. En el instante siguiente nos preguntó: “¿Qué piensan hacer con todos esos dones? Qué tal si empiezan por usarlos en beneficio de aquellos que los rodean”
Dios espera que cada uno de nosotros actúe utilizando los dones que nos ha dado para glorificarlo y edificar a otros en Él, recordando que tales dones son el resultado de su gracia sobre nosotros. En consecuencia, que mayor muestra de gratitud que servir al Señor dando testimonio de la obra que realiza sobre todos aquellos que le buscan y siguen.
Empecemos entonces a identificar y ser conscientes del potencial único que Dios ha derramado sobre cada uno de nosotros. Seamos mediante dicho potencial, instrumento para ayudar a otros a fortalecer su fe y recordemos que las bendiciones del Señor tienen también otro aspecto maravilloso: cuando empiezas a ofrecer tu don y a usarlo, tú también terminas siendo bendecido. Es casi como si, al dar el don, también fueras el receptor del mismo.
¡Demos vida al Señor en nuestros corazones, transmitiendo su gracia, al usar los dones que nos ha dado en beneficio de los que nos rodean!
Ora:
Señor, tu que eres fuente de todos nuestros dones, dame la fuerza y el coraje para usar aquellos que me has regalado en beneficio de mis hermanos; dame también la sabiduría para hacerlos reconocer los suyos y que los usen a su vez en la ayuda de otros. Amén