Escucha:
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz” (Eclesiastés 3:1-8)
Piensa:
Mi tío, luego de un accidente en su pasatiempo preferido, correr motocicletas, paso por 7 años de intensa terapia antes de volver a caminar. Después de recuperarse, confiado en el poder de Dios, su testimonio fue para nosotros, una revelación más de ese poder. Sus palabras fueron:
“Al comienzo de este proceso solo me pregunté cuanto tiempo duraría en este estado; cada día me levantaba con la duda de cuando terminaría esta enfermedad de manera que pudiera ser quien era antes. Con el tiempo aprendí que la vida es un recorrido de altas y bajas, que no puede ser solo cosechar sin plantar, hablar sin callar, continuar sin parar. Cada momento tiene sus propias satisfacciones y en cada uno de ellos sé que Dios se encuentra presente. Incluso en los peores momentos de mi enfermedad su misericordia no me abandonó y puedo con orgullo decir que esa demandante carga trajo consigo nuevos amigos, nuevas experiencias, pero sobretodo nuevas energías que fortalecieron sin dudas mi carácter y mi fe en su poder y amor incondicional.”
Me quedo clara una lección del testimonio de mi tío: en cada temporada de nuestras vidas Dios tendrá para nosotros un regalo especial. En la escasez o en la enfermedad su presencia nos dará aliento, en la abundancia su paz nos dará calma y sabiduría. Todo se resume en disfrutar en El Señor cada temporada. No querer prolongar las buenas, ni transitar en velocidad las malas, sino estar totalmente presentes y listos para recibir en cualquier circunstancia las hermosas bendiciones que El Señor derramará en nuestras vidas, sin importar dónde y cómo nos encontremos.
No lo olvides, en cada etapa de la vida Dios nos acogerá con su amor y misericordia. Confía en Él.
Ora:
Señor, mi vida se rige por Tus tiempos y por la voluntad y el propósito al me que has llamado. Ayúdame a estar consciente y listo para recibir, sin importar las circunstancias, las bendiciones que tienes para mí en cada etapa de mi vida. Amén.