Escucha:
Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien. (Josué 1:8)
Piensa:
El creyente que adquiere sabiduría ha entendido que todo éxito en los objetivos que emprenda en su vida, dependerá de cuanto de su vida se cimenta en la Palabra de Dios. Sin embargo ante está afirmación cabe la pregunta: ¿ Cómo logramos una vida fundada en las enseñanzas de las escrituras? pues, es necesario pensar y meditar en ella hasta que se convierta en lo que podríamos llamar “una segunda naturaleza”. Es importante prestarle atención y obedecerla con tal nivel de constancia, que ésta empieza a guiar tus acciones aun cuando no estás pensando conscientemente en lo que dice.
Cuando empecé a pilotar aviones, aprendí a hacerlo estudiando el manual una y otra vez. En mi mente visualizaba todo lo que podría ocurrir en ese avión. Pensaba y meditaba constantemente en lo que debía hacer, y así fue como aprendí a pilotar.
Y es exactamente eso lo que empecé a hacer con la Palabra de Dios. Meditaba en ella de día y de noche. Al poco tiempo, empecé a emocionarme acerca de lo que estaba leyendo.
Solía sentarme en mi casa y pensaba en cómo podía aplicar la Palabra en diferentes situaciones. La Palabra se convirtió en “mi segunda naturaleza”.
Practica meditar la Palabra de esa manera. Deja que llegue a ser parte de tu vida. Mírate obedeciéndola en toda situación, porque entonces, “todo te saldrá bien”.
Ora:
Señor, que cada uno de los pasos que emprenda sean cimentados en las enseñanzas de Tu palabra. Dame la sabiduría para estudiarla y entenderla de manera que sea ella ,y no mi voluntad, la que me lleve a los planes que tienes para mi vida. Amén.